CARTA ABIERTA A ALBERTO NÚÑEZ FEIJÓO

Señor Núñez Feijóo:

Acaba de ser elegido por abrumadora mayoría presidente del PP, el principal partido de la oposición, de una formación política que en las últimas elecciones generales obtuvo un 21% y más de 5 millones de votos (constituyendo un sonado batacazo que a punto estuvo de complicarse con un sorpasso de VOX). Acaba de ser elegido líder de un partido político que ha protagonizado una [demasiado] larga lista de escándalos cuyas consecuencias se reflejan en constantes pérdidas de confianza por parte de una ciudadanía más que harta ya de despertarse a diario con nuevos casos de enchufismo, amiguismo, zancadillas, enriquecimientos ilícitos, puertas giratorias o sillas movedizas… Siendo el caso más reciente y escandaloso el protagonizado por Ayuso y Casado, a cuenta de la compra de mascarillas por parte del hermano de la presidenta madrileña y la cuando menos peculiar (y errónea) forma de investigarla empleada por el sucesor de Rajoy al frente del PP; ¿por qué no acudió a la Fiscalía? ¿Por qué ha pagado el pato el que ha querido atajar un supuesto caso de corrupción y no los presuntos implicados en el susodicho? ¿Por qué se ha de matar siempre al mensajero? Preguntas tan inocentes como utópicas, dirá usted, con toda la razón.
D. Alberto, llega usted al máximo puesto dentro de su partido, un trasatlántico que hace aguas por los continuos estropicios de muchos de sus integrantes (no todos, por supuesto). Llega usted a un coche de carreras que cada vez pierde más tiempo en los boxes por las maniobras erróneas de muchos de sus pilotos, engreídos que sólo practican el yo, yo, yo, y después lo que venga. Le va a tocar arremangarse, ponerse el traje de faena, desterrar las malas hierbas, centrar el rumbo y actuar con humildad y serenidad; usted tiene experiencia como gestor autonómico (así lo acreditan sus cuatro mayorías absolutas en Galicia), pero no le basta con ello, máxime cuando la política nacional está como está y la ciudadanía vive con creces la crispación en la que la han sumido ustedes mismos con sus intereses creados (que diría Jacinto Benavente), con sus cortinas de humo, sus trifulcas de patio de colegio, sus tupidos velos y sus globos sonda. 
No le va a bastar con desmarcarse de extremismos, ni cambiar el “no a todo” de su predecesor en el cargo, ni exigir bajadas de impuestos a un Gobierno limitado por la coalición en la que está integrado. No le va a bastar con limpiar superficialmente las [presuntas] malas hierbas que dañan su jardín pepero; tiene que levantar alfombras y sacudirlas con ímpetu, caiga quien caiga y cueste lo que cueste… Sin miedo a nada ni a nadie. La gente quiere hechos; hechos tangibles, hechos reales, hechos pragmáticos, hechos que hagan mejor su día a día, por mucho que suene a cuento de hadas… Y sólo así recuperarán a los millones de votantes que han perdido en los últimos años.

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