SI ES SI

La última trifulca en el Congreso de los Diputados, que parece una riña de patio de colegio, a cuenta de la ley de Garantía de Libertad Sexual y los efectos nocivos que está provocando (con excarcelaciones de condenados incluidas) ha dejado a la ministra de Igualdad defendiéndose asegurando que <<la ley protege a todas las víctimas, a las que denuncian y a las que no; al cien por las cien de las víctimas>>… Olvidando describir el defecto de la ley por el cual los condenados por violencia sexual están viendo rebajadas sus penas y siendo algunos excarcelados. 
La intención de la Ley de Garantía Integral de Libertad Sexual es buena porque quiere proteger a cualquier persona que sea víctima de violación, pero parece que no es así en vista de lo que está sucediendo con la misma. La intención es buena, pero en la práctica es un desastre que se debe corregir en vez de atacar al PP con gravísimas acusaciones que han hecho enfadar a la presidenta del Congreso; querer resistir sin admitir que la ley es un desastre se mire por donde se mire y que hay que corregirla sin más dilación atacando a un partido político que votó a favor de la Ley contra la Violencia de Género y que representa a más de diez millones de españoles es una barbaridad. Atacar a otros para mantener su numantina posición y cerrarse en banda ya aburre, ya hastía, ya cansa, al pueblo, a los partidos tradicionales y al mismísimo Gobierno. No por gritar e insultar se tiene la razón, ni en política ni en la vida. 
Esta Ley fue aprobada en agosto por el Congreso de los Diputados con 205 votos a favor y 141 en contra y entró en vigor el pasado 7 de octubre, siendo calificada por sus impulsores como una de las leyes más vanguardistas del mundo en favor de los derechos de las mujeres, mientras que sus detractores creen que vulnera la presunción de inocencia y la igualdad ante la ley. Esta es la (tal vez) impulsiva respuesta del Gobierno a la exigencia de parte de la sociedad española de reformar las leyes para proteger a las mujeres de ataques sexuales y endurecer los castigos para quienes los perpetren, tras el polémico caso de “la manada”, con la que se postula que las conductas sexuales sin consentimiento se considerarán agresiones y se castigarán con diferentes penas en dependencia de las circunstancias y los agravantes del caso. Esto supone que una agresión sexual no implica necesariamente el uso de la fuerza o que la víctima haya tratado de resistirse ya que su pasividad podría estar condicionada por una intimidación ambiental o por la ingesta de alcohol u otras sustancias. La teoría es buena y muy necesaria, pero en la práctica está siendo peor el remedio que la enfermedad, y eso es lo que hay que gestionar correctamente y con humildad; si hay que retirar la ley para modificarla y mejorarla, que se haga, que no pasa nada, que todo lo que se corrija va a redundar en favor de las víctimas. Rectificar es de sabios, y esas cosas son las que valora la ciudadanía a la hora de votar.
Otra cosa que no se puede permitir es la jaula de grillos en la que se han convertido las sesiones parlamentarias, no sólo en lo referente a este tema sino en general. Como se ha dicho en un párrafo anterior de esta columna, gritando, insultando, despreciando y mostrando una incapacidad vergonzosa de respeto a los que no comparten sus ideas no se consigue más que crispación, tensión, falta de empatía… Algo que se agrava cuando la gente empieza a hacer lo mismo. ¿Esto es lo que quieren? ¿Que la mala educación se instale en la cotidianidad del país?  ¿Que no se pueda avanzar como Sociedad porque quienes nos representan son incapaces de hablar y de acordar? Si es eso lo que quieren, enhorabuena, cada vez están más cerca de lograrlo.

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