PEPE Y SU SALVAJADA.

Se hace difícil entender la tibia sanción que el Comité de Competición de la RFEF ha impuesto al defensa del Real Madrid Pepe por su salvajada en el minuto 86 del encuentro Madrid-Getafe de la Liga, cuando de manera incomprensible agredió al jugador azulón Casquero estando éste en el suelo y totalmente indefenso. Se hace difícil entender, máxime habiendo visto en directo la acción de este sujeto que ha ensuciado el nombre de su club y se ha pasado por cierta parte de su anatomía los valores del deporte, que sólo le hayan caído 10 partidos de sanción (un partido por la falta (penalti sancionado con roja), cuatro por la primera agresión (a Casquero), cuatro por la segunda (a Albín) y otro por proferir insultos al estamento arbitral); no hubo provocación previa, no hubo agresión del contrario… Y Casquero estaba tendido boca abajo en el césped, indefenso y sin posibilidad de atacar a nadie. Una salvajada increíble la de Pepe, al que otra normativa más seria y severa que la vigente debería haberle acarreado la expulsión inmediata del fútbol y la donación de sus cuantiosos emolumentos económicos a Amnistía Internacional, ACNUR o cualquiera de las Organizaciones que hacen una labor impresionante en la lucha por la no violencia y los derechos humanos, para que hubiese tenido claro que su deplorable acción no le salía tan baratita.
Y eso que la susodicha sanción de diez partidos a Pepe se sitúa en los primeros puestos de la lista de castigos en la historia de la Liga. Los lectores sin duda recordarán los casos del lateral derecho del Zaragoza Joaquín Cortizo (temporada 64/65, 24 partidos de sanción por una dura entrada sobre el jugador del Atlético, Enrique Collar, quien sufrió una fractura del tercio medio de la pierna izquierda), del central paraguayo del Granada Pedro Fernández (15 partidos por una dura entrada sobre el madridista Amancio), del defensa del Athletic Andoni Goikoetxea (18 partidos por su escalofriante entrada a Maradona en San Mamés, aunque Apelación lo redujo a sólo siete partidos), de Germán 'El Mono' Burgos, ex guardameta del Mallorca (11 partidos por un puñetazo bestial al jugador del RCE Espanyol Oscar Serrano) o del gran ex jugador del FC Barcelona Hristo Stoichkov (castigado con seis meses por pisar al colegiado Urizar Azpitarte en 1990, aunque después Apelación lo rebajó a dos meses y dos partidos). Casos que ensombrecen la grandeza y la magia de un deporte capaz de mover masas de ilusión, pasión y sufrimiento por unos colores, que empañan la grandeza de unas camisetas históricas y que son el peor ejemplo para unos niños y jóvenes que se miran en el espejo del deporte rey y que sueñan con ser como sus ídolos. Aunque con ejemplos como los arriba mencionados, ser como ellos no es un sueño; es una pesadilla.La acción de Pepe es una salvajada impropia de una persona… E impropia de un animal también, porque se está calificando de animalada y no se recuerda que los animales sólo atacan cuando están hambrientos, cuando se sienten amenazados o cuando se les incita a ello. No es necesario que se insulte a los animales para calificar lo incalificable… Para calificar una acción injustificable, deplorable, vergonzosa y a todas luces condenable hay infinidad de adjetivos, entre los que desde luego no está el de “involuntario” que ha querido usar el actual entrenador de Pepe para quitar hierro a un asunto que no debería ser suavizado por la propia dignidad de un deporte que transmite unos valores encomiables y por el bien de un club que de ninguna manera puede ver mancillados su historia, su prestigio, su camiseta y su escudo por una acción que produce, cuando menos, vergüenza ajena.