TRES HABLAN DE MÍ...

¡¡POR FAVOR, NO REIROS MUCHO!!

YO, JORDI, EL CANARIO DE PURI.

Hola, señores lectores, soy Jordi, el canario simpático y cariñoso que comparte hogar con la familia Moreno-Abad. Más adelante hablaré de ellos; ahora voy a aprovechar esta oportunidad que me brinda mi dueña, a la que tanto quiero, para contarles cómo soy... Así podrán conocerme y pasar un buen rato conmigo, ¡que soy muy cariñoso y me gano enseguida el aprecio de todos los que se acercan a mí! No es por colgarme medallas, pero no me extraña que mi amita alucine conmigo... Si es que soy un ángel de animal...
Soy un canario joven (¿no dicen los humanos que es un signo de coquetería no revelar la edad? Pues yo soy muy, pero que muy coqueto), y mi piel es de color ocre... Aunque mi trasero tiene un tono amarillo tirando más bien a canela. Soy muy guapo, y mis ojos negros, vivarachos y currutacos, han destrozado más de un corazón en la gigantesca jaula donde residía antes de venir a parar a la extraordinaria casa donde ahora vivo... ¿Qué quieren que haga, si tengo alma de Don Juan? Aunque, ¿les confieso una cosa, señores lectores? Desde que llegué a casa de la familia Moreno-Abad y conocí a la hermosa canaria con la que comparto jaula, tiempo y de todo, no he vuelto a pensar en ninguna otra pájara... Ustedes estarán pensando, a ver qué remedio le queda al pobre animal, obligado a convivir con una compañera que quizás no sea de su agrado o cuyo carácter no sea compatible con el suyo... Pues no; Lorena y yo caímos enamorados nada más vernos (Puri dice que nos parecemos a los protagonistas de su primera novela, “Más allá de las sombras”, a quienes debemos los nombres que llevamos), y vivimos muy felices en nuestra jaula... Aunque también tenemos nuestras disputas, como cualquier pareja que se precie; me muero de ganas de ser papá, pero no tengo suerte... Juan Antonio, el padre de Puri, dice que Lorena es más vieja que Matusalén y que por eso no ha puesto un solo huevo. Yo no sé si será cierto o no, la verdad es que no parece precisamente una chiquilla, pero no consigo por nada del mundo que se meta en el nido, aunque sea para probarlo; me pongo hecho una fiera y la persigo por toda la jaula, pero cuando pasa olímpicamente de mí o me mira cómo sólo ella sabe hacerlo no me queda más remedio que adoptar un aire resignado y dedicarme a hacer otra cosa.
La verdad es que vivo muy bien. La familia Moreno-Abad nos cuida de fábula a Lorena y a mí. El padre nos limpia, nos pone de comer, nos tapa por las noches, nos pone al sol y a la sombra, nos protege de los insectos, nos pone música... Hemos tenido muchísima suerte de caer en un hogar tan dulce y donde quieren y respetan tanto a los animales. A veces pienso en mis semejantes que viven en libertad, pero a la intemperie y expuestos a toda clase de peligros. No me dan ninguna envidia. Vivo muy a gusto con Lorena en nuestra preciosa jaula y acompañados de nuestra encantadora familia. Como nunca he conocido la libertad, no la echo de menos. ¿Puedo pedir más, teniendo a Lorena y a nuestros amos?
Hablando de Puri, mi amita es un cielo de muchacha; se preocupa de que no nos falte de nada, pero siente especial predilección por mí. Al principio, creía que ella nunca iba a olvidar a Óscar, su primer canario, que murió hace algunos años, pero con el tiempo he aprendido que cada uno tiene su espacio en el corazón de alguien. Óscar era Óscar, y yo soy como soy. Como diría Julito Iglesias, amo la vida y amo el amor... Me gustan las canarias, me gusta el pan tostado... Y si tengo que olvidarlas, como y olvido... Soy un pasota, soy un canariooooooooooo...
Pues eso, señores lectores, que quiero mucho a Puri. Mi amita me mima, me habla mucho... A mí me encanta que lo haga. Es muy buena conmigo. Y sé que le regocija que la acompañe cuando canta, aunque ello ponga de los nervios a su madre; ¡nada, que dice la buena mujer que somos una tortura psicológica! Le ponemos mucha voluntad, ¿no es eso lo que importa? Nosotros seguiremos cantando, ¿a qué sí, Puri?

YO, EL ORDENADOR DE PURI.

Hola, señores lectores, soy el ordenador de Puri. Aquí me tienen, dispuesto a holgazanear un ratito... ¡Estoy harto de trabajar! Pero no puedo ejercer mi derecho constitucional a la huelga porque mi dueña empieza a acordarse, en medio de su furia, de todos mis parientes... Y me lleva al “médico de ordenadores”, a ver qué es lo que me pasa. Así que más me vale ejercer bien mi función para no contrariar los planes de Puri... Y descansar cuando ella descansa.
Ser el ordenador de una escritora tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Como todo en la vida, supongo. Y debo de suponer que no voy muy desencaminado en mi conjetura, porque Puri almacena en mi disco duro cientos de textos con esta misma idea... Las ventajas están muy claras, señores lectores; ¿saben ustedes lo maravilloso que es guardar en tu interior todos los sueños, personajes, avatares y enredos que se le ocurren a Puri? ¿Saben la satisfacción que me produce constatar que solo ella me maneja, que solo ella golpea mis teclas, que no soy martirizado como mis semejantes que tienen la desgracia de ir a parar a casas de familia numerosa o a empresas y/o centros públicos? Puri me defiende a capa y espada, y sólo tres o cuatro personas pueden usarme sin temor a escuchar un grito de Puri enfurecida (jejeje, no les recomiendo esa “experiencia religiosa”, jejeje... Ahora que no me oye, ¡qué mala hostia se le pone cuando alguien toca su ”espacio sagrado”, o sea, su cuarto, y, más que eso, a servidor de todos ustedes!). Junto a la foto de sus abuelos, sus libros y su móvil, soy el objeto que más aprecia... Claro, como no le rebato nada... Ni le chillo... Ni me quejo... Y le hago todos los trabajos que me pide... Y le sirvo de reloj, de agenda, de calculadora... Y ahora también le sirvo de teléfono y de buzón de correos, porque desde que tiene Internet instalado en mí se pasa muy buenos ratos charlando con sus amigos y partiéndose de risa con las cosas que le envían.
Puri me trata muy bien. Tengo casi cinco años y aún puedo rendir bastante... Si no me sale una enfermedad imprevista. Estoy vacunado contra los virus que atacan con saña nuestro “sistema nervioso central”, pero, como el de todos en esta vida, mi destino final es la muerte. Aunque no me gusta pensar en el tema, a veces lo hago. Y me queda la satisfacción de saber que mi dueña no se deshará de mí, por muy viejo que llegue a ser, hasta que exhale mi último aliento de vida. Y sé que, después, donará mis órganos para que algún semejante mío pueda seguir desempeñando su misión.
En cierta manera, seguiré vivo... ¿Es eso la reencarnación? No lo sé; tendré que decirle a Puri que me lo explique...

2003.

YO, EL MÓVIL DE PURI.

Hola, señores lectores, soy el móvil de Puri. ¡Uf! Menos mal que tengo dos minutos de respiro... Porque, sinceramente, debo confesarles que las manos de mi dueña son una tortura psicológica peor que escuchar un mitin en la plaza de toros de Sevilla un día de julio con cuarenta grados a la sombra. ¿Creen que soy exagerado? Ustedes es que no son testigos de los meneos, golpes, empellones y collejas que me mete Puri cada vez que mi timbre suena, cada vez que le envía un mensaje quien yo me sé (uno es muy discreto y no va a desvelar aquí nombres, jejeje), cada vez que tiene que llamar a alguien o cada vez que se le ocurre mandar un SMS a algún amigo o amiga... O a su hermano mayor, al que lleva frito con las cosas de los ordenadores.
De verdad que cuando veo la mano derecha de Puri acercarse a mi pequeño y frágil cuerpecito ¡tiemblo! Como tiene miedo de que me escape, me agarra tan fuerte que me deja sin respiración... Y cuando marca mis teclas, me hace tantas cosquillas que, de poder, le pegaba dos gritos para que escribiera más despacio. Pero bueno, Puri, ¿no puedes manejarme con un poco más de suavidad? Entiendo que tienes mucha dificultad para coger cosas pequeñas a consecuencia de tu discaapacidad, pero también veo que eres muy atribulada (como tu abuela Paca, q.e.p.d., te decía) y que quieres correr más de lo que puedes... Y es cuando te pones nerviosa y me mandas al suelo sin tener intención de ello, cuando no atinas a cogerme y cuando te equivocas tocando mis teclas y me das una orden equivocada; debes ser más parsimoniosa, y no tener tanta prisa... ¿Que empiezo a sonar y no puedes cogerme al primer tono? Pues déjame hasta que atines a agarrarme; si cuelgan, tú tranquila, a quien le urja algo que vuelva a llamarte. ¿Que te mandan un mensaje y tardas en contestarlo? Bueno, no pasa nada... ¿Qué tienes que llamar a alguien? Tú sin acelerarte, ¿o no has oído nunca el refrán ese de “no por mucho madrugar amanece más temprano”? No te enfades si te digo estas cosas, Puri; es por tu bien... Y por el mío, ¡qué leche! Sufro mucho cada vez que me coges y me manejas, y me gustaría que hicieras caso de mis consejos... Aunque no lo creas, tengo sentimientos... Y, puesto que tengo que seguir contigo hasta que me muera (¡dame paciencia, Dios Mío!), intenta que no me den ganas de salir corriendo cada vez que te veo acercarte a mí...
Sé que, como el resto de la Humanidad en el siglo XXI, no puedes pasar sin mí; no sales de casa sin mirar si voy contigo, no transcurre un día sin que mandes un par de mensajes, no dejas de mirar cada diez minutos si te han hecho una llamada perdida o si te han respondido a tus SMS, corres el riesgo de que empiece a sonar en los sitios más inoportunos en el momento en que menos debo hacerlo, te cabreas si te dejo colgada por quedarme sin batería... Creo que los humanos vivís demasiado pendientes de los móviles, que no os desenvolvéis con comodidad sin nosotros, y, ¿qué queréis que os diga? Pues que, al fin y al cabo, sólo somos máquinas; estamos para cumplir una muy buena función social, porque tampoco voy a negar que infinidad de veces sacamos a la gente de apuros y situaciones de mucho riesgo, pero no creo yo que sea muy bueno que os comuniquéis tanto por llamadas y por SMS... Máxime cuando tenéis a la persona receptora a vuestro lado o a escasos minutos de distancia.

2003.