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Mostrando entradas de noviembre, 2009

GAVIOTAS EN GUERRA.

A juzgar por las expresiones verbales y faciales de unos y otros, no parece muy claro que las gaviotas hayan enterrado el hacha de guerra en el PP. Más bien todo lo contrario. Y es que ni la reciente convocatoria por parte de Camps del Comité Regional (en el que llevó a cabo una reestructuración de la cúpula popular, tratando así de cumplir la exigencia de Rajoy de zanjar de una vez por todas la crisis y la brecha abiertas por el estallido del caso Gürtel y la suspensión de militancia de Costa) ni la polémica sanción a Cobo parecen haber serenado los ánimos de un partido político que se olvida (por lo visto) de que tiene más de diez millones de votantes en los que pensar y por los que actuar de una forma distinta a la actual. De un partido político que no debe olvidar que pese a su crisis interna aventaja en casi 4 puntos en intención de voto al PSOE y que representa la esperanza de cambio y mejora para muchos ciudadanos escaldados, hartos, ahogados por la crisis y hastiados de tanto e

MIGUEL DELIBES.

Este año la concesión del Premio Nobel de Literatura ha recaído en la escritora rumano-alemana Herta Müller, duodécima mujer en alzarse con el más preciado galardón en el mundo de las letras y una de cuyas obras es Niederungen (En tierras bajas, en español), un conjunto de narraciones breves según la perspectiva de una niña sobre un pueblo alemán perdido en Rumanía y venido a menos en el que aparecen temas como la represión y la incomunicación en la Familia y en la Sociedad. Sin embargo, como cada vez que se falla el Premio Nobel de Literatura, la que esto escribe no puede evitar hacerse la misma pregunta: ¿Por qué no le es concedido nunca a un escritor lúcido, sobrio y brillante como Miguel Delibes? El autor de obras tan inolvidables y dotadas de una genialidad y una exquisitez prácticamente imposibles de igualar como El hereje, La sombra del ciprés es alargada (ahora reeditada con motivo de su 60º aniversario), Cinco horas con Mario , Los santos inocentes o El camino, y ganador de

MAGDA ORTIZ, ACTRIZ.

Todo el que se cruzó con ella esa calurosa, seca y despejada mañana de junio no pudo evitar sorprenderse contemplando el torrente de agua que emanaba de los bellos manantiales marrones de su rostro. La tristeza y la pena que habían embargado su alma no disminuían ni un ápice su cuidada y resplandeciente hermosura, pero Magda Ortiz hubiese mandado a freír espárragos a cualquiera que hubiese osado dirigirle la palabra o decirle un piropo en aquellos instantes, tan aciagos y tan tristes para ella. ¿Por qué otras alcanzaban su sueño y el suyo se tornaba en pesadilla un día sí y al otro también? ¿Qué tenían las demás que no tuviese ella? ¿Era que no les importaba utilizar su c... para lograr sus objetivos y a ella sí? ¿Era posible semejante aberración moral? Si. Era posible. Desgraciadamente, son más las que triunfan en la actualidad en el mundo del espectáculo porque les trae al fresco los métodos que tengan que emplear para ello que las que lo hacen por lo que, en realidad, se debería hac

UNOS VIEJOS SONETOS.

UN BESO... Bajo las farolas del firmamento Siento en mí el fuego abrasador Que con tanta fuerza, tanto calor, Invade mi espíritu de tormento. Un resplandor ilumina mi boca… Presiento que se acerca… ¡Es él! Su cuerpo de pastel, sus labios de miel… ¡Es él! Mi volcán no se equivoca. Mi fresa y su miel con deseo chocan. La Tierra, la luna y el universo Nos miran, se sonríen, nos observan. Tan sólo ha sido un instante iluso… Más mi fresa y mi volcán no olvidan Lo mágico y lindo de ese beso. 2002. EN LA ORILLA DEL MAR... Las gaviotas surcando el firmamento... Tus ojos fundiéndose con el mar... Azules son los dos, y apasionados. Azules son los dos, como el cielo. Un rayo de sol asomó a tu cara, Mí corazón brincaba de alegría. Un rayo de sol asomó a mi cara. Los rayos se unieron; nació un beso. Ese instante fue un regalo de Dios... Un maná... Que sólo duró un suspiro. Te fuiste, envuelto en el cálido viento. Caí en la arena, me miraban las aves... Compartían mi tristeza, mi pena. Me dijeron: ¡