HOSPITALITIS
Aunque con la espeluznante tragedia que asola Haití y la rapidísima respuesta de la comunidad internacional en el envío de ayuda de todo tipo (pero que en absoluto tapa la desidia y la negligencia del denominado primer mundo para con el país más pobre del hemisferio occidental que ha estado sacudido por hambrunas, dictaduras, revueltas y conflictos sin que nadie haya atajado el asunto con interés contundente… Salvo por el envío de Cascos Azules de la ONU en 2004, algo es algo, aunque no sea mucho) parezca ridículo hablar de valores, crisis de valores o ausencia de valores, es evidente que el tema está ahí y que todos los días tenemos alguna demostración de que los valores están más en peligro de extinción que el lince ibérico.
No se trata de moralina barata ni de trasnochados idealismos utópicos. Se trata de una realidad que está ahí. Es evidente que el ser humano [sin ánimo de generalizar] se ha vuelto cruel, egoísta, narcisista, despegado, juerguista y alérgico a cualquier tipo de contratiempo, revés, esfuerzo, sacrificio, obligación o generosidad; no hay valores. No valoramos a las personas. No prestamos la suficiente atención a los que tenemos alrededor, vamos a nuestra bola y pasamos de problemas, de marrones y de sinsabores. Pasamos de enfermos y de ancianos, de ancianos enfermos y de niños discapacitados, huérfanos, enfermos o las tres cosas juntas [lo que presenta un panorama aún más escalofriante].
Y hasta qué punto pasaremos de estas personas, hasta qué punto llegará el drama en muchos lugares de la provincia, que Cruz Roja de la Vega Baja ha creado el programa Hospitalitis, que ofrece compañía de voluntariado a pacientes ingresados en centros médicos y del que desde su puesta en marcha en agosto de 2009 más de 40 pacientes se han beneficiado de esta iniciativa pionera que en fechas próximas se implantará también en el Hospital de Alicante. Hospitalitis no toma su nombre de una patología ni de un síndrome: Hospitalitis es el dolor, es la tristeza, es la desolación que sufren las personas ingresadas en hospitales y que por circunstancias diversas, por el pasotismo de su familia o por un cúmulo de todo no tienen quien las acompañen durante ese duro trance. Un medicamento, una cirugía o un régimen curan o palian una enfermedad, pero una sonrisa, un gesto amable, un rato de conversación, un instante de lectura, un segundo de saberse acompañado y escuchado, mirado y querido son la mejor medicina que un ser humano puede recibir en esos momentos tan dramáticos de su vida.
Pero Hospitalitis no sería posible si no fuera porque hay un grupo de gente encomiable, altruista y solidaria que dedica su tiempo libre a acompañar y echar una mano a personas y colectivos que lo necesitan: Los voluntarios. Esas extraordinarias personas que siempre están ahí, que nunca fallan, que se entregan en cuerpo y alma a su tarea. Sin ánimo de notoriedad, dedican su tiempo libre a estar con los más necesitados y a ayudar en todo lo que se precise. Son personas excepcionales, que vienen a demostrar que no toda la gente ha perdido de vista la humanidad para con los demás.
Lo que aporta Hospitalitis a sus beneficiarios son detalles inapreciables a simple vista para mucha gente, detalles a los que muchos no dedican ni un momento porque les corta los vuelos y no les produce ningún beneficio económico/laboral/mediático… Pero detalles maravillosos que ofrecen rayos de cálida luz a quienes los reciben. Rayos de cálida luz que templan en la medida de lo posible algo tan helador y tan desangelado como la estancia en la cama de un hospital.
No se trata de moralina barata ni de trasnochados idealismos utópicos. Se trata de una realidad que está ahí. Es evidente que el ser humano [sin ánimo de generalizar] se ha vuelto cruel, egoísta, narcisista, despegado, juerguista y alérgico a cualquier tipo de contratiempo, revés, esfuerzo, sacrificio, obligación o generosidad; no hay valores. No valoramos a las personas. No prestamos la suficiente atención a los que tenemos alrededor, vamos a nuestra bola y pasamos de problemas, de marrones y de sinsabores. Pasamos de enfermos y de ancianos, de ancianos enfermos y de niños discapacitados, huérfanos, enfermos o las tres cosas juntas [lo que presenta un panorama aún más escalofriante].
Y hasta qué punto pasaremos de estas personas, hasta qué punto llegará el drama en muchos lugares de la provincia, que Cruz Roja de la Vega Baja ha creado el programa Hospitalitis, que ofrece compañía de voluntariado a pacientes ingresados en centros médicos y del que desde su puesta en marcha en agosto de 2009 más de 40 pacientes se han beneficiado de esta iniciativa pionera que en fechas próximas se implantará también en el Hospital de Alicante. Hospitalitis no toma su nombre de una patología ni de un síndrome: Hospitalitis es el dolor, es la tristeza, es la desolación que sufren las personas ingresadas en hospitales y que por circunstancias diversas, por el pasotismo de su familia o por un cúmulo de todo no tienen quien las acompañen durante ese duro trance. Un medicamento, una cirugía o un régimen curan o palian una enfermedad, pero una sonrisa, un gesto amable, un rato de conversación, un instante de lectura, un segundo de saberse acompañado y escuchado, mirado y querido son la mejor medicina que un ser humano puede recibir en esos momentos tan dramáticos de su vida.
Pero Hospitalitis no sería posible si no fuera porque hay un grupo de gente encomiable, altruista y solidaria que dedica su tiempo libre a acompañar y echar una mano a personas y colectivos que lo necesitan: Los voluntarios. Esas extraordinarias personas que siempre están ahí, que nunca fallan, que se entregan en cuerpo y alma a su tarea. Sin ánimo de notoriedad, dedican su tiempo libre a estar con los más necesitados y a ayudar en todo lo que se precise. Son personas excepcionales, que vienen a demostrar que no toda la gente ha perdido de vista la humanidad para con los demás.
Lo que aporta Hospitalitis a sus beneficiarios son detalles inapreciables a simple vista para mucha gente, detalles a los que muchos no dedican ni un momento porque les corta los vuelos y no les produce ningún beneficio económico/laboral/mediático… Pero detalles maravillosos que ofrecen rayos de cálida luz a quienes los reciben. Rayos de cálida luz que templan en la medida de lo posible algo tan helador y tan desangelado como la estancia en la cama de un hospital.
Comentarios
Es una labor preciosa. Y el papel de coordinación de Cruz Roja imprescindible. ¡¡Aún llegan rayos de sol a este mundo envuelto en sombras!!
Un besazo!!
PD. ¿Cómo estás? ¿Ya estás bien?
¿ya estás mejor?
Anda el tema de la ayuda a los necesitados de moda por estos andurriales. El ejemplo que pones es perfecto: 1) es generosidad, no justicia, y 2) dan lo que tienen, que en este caso es tiempo y alegría, no lo que tienen los demás.
Sí que es verdad; aún queda gente buena...
Voy mejorcilla, ¡poco a poco! ¡Gracias por animarme!
MIL BESOS,
Voy mejorcilla... GRACIAS por preguntar.
UN ABRAZO,
Un fuerte beso!!
Tengo una naringogotitis aguda, acompañada con una roncobroncoestretptoafonía grave con complicación picosa en el cuello supratraqueal con profusión de pasta densa y verdicartilaginosa haciendo de cortinaje en la bòveda palfondo- palatal...
Un beso...!!
¡Muchas gracias por tu visita!
Sigue cuidándote mucho hasta que estés perfecta!
Un besazo!!!
¿Cómo estás?
¡Qué largo está siendo! ¡¡Pobrecita!!
Un beso muy fuerte!!