¿QUÉ ESTÁ OCURRIENDO?

Un joven rapero muere tras ser víctima de una brutal agresión sólo por (supuestamente) padecer Asperger, miles de animales son abandonados cada año en cuanto pasan las navidades y dejan de hacer gracia, miles de personas se juntan en botellones y parrandas de toda índole sin querer admitir que la pandemia aún no ha pasado a mejor vida y sin respetar las medidas de seguridad y protección, muchos niños sufren bullyng en los centros educativos, ancianos y discapacitados son víctimas de robos cada vez más indignantes, los LGTBI son víctimas de ataques intolerables, miles de mujeres y sus hijos sufren violencia de género y vicaria, las violaciones grupales son más frecuentes, los actos constitucionalistas en Cataluña son boicoteados por grupos radicales… 
¿Qué está ocurriendo en la sociedad española para que los periódicos e informativos estén repletos de sucesos como estos a diario? ¿Qué está ocurriendo para que nos estemos acostumbrando a este tipo de cosas y nos la traiga al pairo —si se permite la expresión coloquial—? ¿Qué está ocurriendo para que reaccionemos con furia ante el menor contratiempo que nos surja? ¿Qué está ocurriendo para que muchas manifestaciones acaben en batallas campales que desbordan a los antidisturbios? Esto último tiene una explicación: Los vándalos se saben impunes… Y con la rebaja de la ley mordaza, todavía más; se ordenará a la Policía que justifique los registros en la calle y se permitirán manifestaciones sin aviso, pero hacerlo delante del Congreso de los Diputados estará duramente castigado; aquí cada político que ha colaborado en dicha modificación legal ha arrimado el ascua a su sardina. De vergüenza, pero real como la vida misma.
La educación y el sentido del respeto al prójimo (y esto no es moralina cursi y baratera), sin ánimo de generalizar, brillan por su ausencia en los tiempos que nos está tocando vivir. Los padres no tienen ni tiempo ni ganas de poner límites a niños y adolescentes; delegan (erróneamente) esa ineludible responsabilidad en unos profesores a los que (paradójicamente) atacan con saña cuando intentan hacerlo. ¿Qué sinsentido es este, por favor? ¿Dónde están los papás mientras sus retoños de doce o trece años disfrutan de una buena borrachera en la calle? ¿De juerga por otro lado? O… ¿Viendo “el juego del calamar” tan ricamente en el sofá…? Hemos pasado de una generación reprimida con mano de hierro por una dictadura a otra que ha confundido la libertad con el libertinaje; por eso pasa lo que pasa. Hemos pasado de una generación que aprendió valores como el esfuerzo, la constancia, el respeto, el civismo y la concordia a otra que se los pasa por la Puerta de Alcalá sin pararse a pensar que lo que no hagamos bien hoy repercutirá en el mañana.

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