PASIÓN DE MUJER.

Natalia metió la cabeza bajo la almohada y rompió a llorar con desconsuelo y con una creciente sensación de vergüenza y desamparo. Era el día de su cumpleaños, pero no estaba para muchas parrandas. Quería tener alas y volar lejos, muy lejos de su casa, muy lejos de su mundo, de su gente, de su entorno. Volar donde pudiese ir por la calle sin que nadie la reconociera por la calle y donde nadie la señalara por ser diferente, por ser una nota heterogénea, disímil. Se sentía un bicho peripatético, anómalo, al que todo Dios quería humillar, pisotear, esconder en lo más insondable de la Tierra; se sabía distinta, rara avis in terris. Tenía rubor de contemplar su cuerpo y saber que nunca iba a sentir excitaciones, vaivenes apasionados, manteniendo relaciones sexuales con chicos, y no podía volver la espalda a su naturaleza y a su temperamento. Habíalo intentado con tozudo ahínco, más no tardó demasiado en convencerse de que no estaba en condiciones de luchar contra ella misma; aunque le costase, por más acuchumada que se encontrase, no le quedaba más alternativa que dejar de achantar su ánimo, desterrar de sí los achares, no achicopalarse más y no achucharrarse. A partir de ese instante no contaba con nadie más que con ella misma para sobrevivir en la selva de la Vida.

La joven se incorporó en la cama y accedió a tomar la aliñosa alifara que su amigo le había preparado. Yendo ad rem, Natalia le agradeció su comprensión y su generosidad al acogerla en su casa después de haber sido brutalmente despedida de la suya por sus padres, tan adonisados como gomarras y gorrones, más preocupados por la mancilla que, según ellos, había introducido Natalia en su prosapia que por ser comprensivos y tolerantes con su propia hija. De no haber sido por él, ahora estaría deambulando por esos mundos de Dios sin tener dónde ir porque todo Cristo le daba la espalda creyéndose pluscuamperfectos y libres de estigmas y vicios. ¡Cuánta hipocresía hay en la Sociedad! Todos presumen de modositos y bien educados, limpios de espíritu y sin nada que ocultar, y luego las estadísticas de consumo de drogas, prostitución, abusos sexuales a menores y otras barbaridades de similar índole dan sobrada fe de la sordidez y bajeza humanas y demuestran el morbo y el salvajismo que pueden anidar en el interior de quien menos te esperas.
-Me alegro de que te lo hayas comido todo, campeona...-Andrés apartó la bandeja de la cama y acarició con brevedad y cariño las mejillas de la joven-tienes que echarle ovarios y salir adelante.
-Me va a costar mucho. No sé por dónde tirar, no sé lo que hacer...-Natalia apoyó su espalda en el cabecero de la cama y las plantas de sus pies en las rodillas de su amigo.-Me siento rara, extraña, como si hubiese cometido el peor de los delitos...
-No digas burradas, niña...
-¿Qué no diga burradas, Andrés? Me doy cuenta de que me van las tías en vez de los tíos, me escandalizo en un primer momento, lo asumo poco a poco, me veo distinta a los demás, quiero ser como los demás y empiezo a salir con el primer compañero de clase que me lo propone, la primera vez que él quiere follarme se me retuercen las tripas de asco y acabo confesándole entre plañidos y gritos de desesperación que me he dado cuenta de que soy lesbiana y que por eso no me encienden la sangre ni él ni ningún tío, le pido por favor que no me delate y que me guarde el secreto hasta que yo pueda hacerme a la idea de mi verdadera naturaleza y decírselo a mis padres, y cuando vuelvo a mi casa mis papaítos me muelen a ostias y me tiran a la calle porque el muy hijo de perra se lo ha dicho a todo el mundo y sólo le ha faltado publicarlo en los periódicos y llamar a los programas de cotilleo para que lo sepa España entera, no tenía donde ir y me he acordado de ti, todos me miran, todos me señalan con el dedo, como si ellos estuviesen libres de pecado...
-La gente es la ostia-repuso Andrés-en este país se tiene que hablar de todos y de todo; todo nos parece criticable, censurable, poco ético y hasta delito si me apuras, y todo hijo de vecino tiene que largar del que tiene enfrente, cuando él con total seguridad estaría más guapo callado porque tiene más mierda encima que nadie... Mira, te pongo un ejemplo: La vecina del primero es madre soltera, la chica, y en la escalera la ponían verde todas las comadrejas, porque no son ni comadres, son comadrejas-ante la carcajada de Natalia, el chico continuó, satisfecho por habérsela arrancado-bueno, pues mira tú por dónde, a una de esas cotorras chismosas le sale la niña preñada con dieciséis años y por lo que parece no tiene ni puta idea de quién es el responsable del estropicio...
-Qué fuerte-sonrió Natalia-eso les está bien empleado por hablar... Y eso que yo no me río de las desgracias ajenas. Pero es cierto; se habla con demasiada facilidad de todos, cuando, por naturaleza, el Ser Humano es el animal más chacuaquero que hay. Somos imperfectos, no estamos libres de nada.
-Tú sabes como eres tú, pero no sabes nunca en que situaciones vamos a encontrarnos en nuestro tránsito por el itinerario de la supervivencia. Y tú puedes haber criado muy bien a tus hijos, pero luego cuando salen del nido desconoces completamente lo que van a ser y cuál será su conducta en los diversos episodios que les va a tocar vivir. No deberíamos desterrar de nuestro vocabulario palabras como tolerancia y respeto...
-Y mayormente no olvidar su significado-corroboró Natalia, quien de nuevo se sentía decaída y abatida.-Soy lesbiana, sí, ¿y qué? No he violado a nadie, no he pervertido a nadie, no he armado la marimorena en ningún sitio ni he hecho daño a nadie. Y mis propios padres hubiesen preferido verme casada con un tío, a sabiendas de que estaba yendo contra m propio yo, mi propia esencia, antes que admitir que su hija es feliz siendo distinta. Nunca podré perdonarles lo que me han hecho; viven anclados en la España de hace mil años, y no entienden que su hija sea diferente. Seguro que habrían aceptado mejor que fuera un pendón desorejado que se cepilla a quinientos tíos al año... Es duro admitirlo, sí, pero al Ser Humano nos aterroriza, nos espanta el término distinto.
-Y los animales propiamente dichos nos dan unas lecciones de humanidad que te cagas.
-Ya... Como la perrita esa que amamantó a los cachorros de gato que perdieron a su madre. ¿Ves? Ella no se paró a mirar si eran gatos o conejos... Les dio de mamar y les dio calor.

Natalia acabó por pasarlo estupendamente bien el día de su cumpleaños. Andrés le organizó una fiesta sorpresa con su grupo de amigos gays, y la joven comprendió que no todo era pesadumbre y desamparo en torno a su nueva existencia; tendría que buscarse ella sola las habichuelas, sí, pero Andrés y sus amigos serían a partir de ese momento su familia. Se encontraba aún triste y advenediza, pero sabía que para ser feliz tendría que adaptarse prestamente al contexto y a la realidad de su condición sexual. Y que, hasta que no asumiese por entero eso, no podría vivir feliz. Y tendría que importarle un pimiento la opinión de los loros, cotorras y comadrejas que conforman la fauna humana, porque hagan lo que hagan los demás los van a despellejar con más celeridad que a los pollos en el matadero. No le quedaba más alternativa que hacer oídos sordos y pasar de largo ante los comentarios, dimes y diretes de la gente. Andrés y sus amigos se lo dejaron muy claro: Su vida, mientras no cometiese delito alguno, era suya y de nadie más; que hiciera lo que estimase más propicio para su supervivencia, que continuara haciendo lo que le gustaba y que el personal se la trajera al fresco. La joven acabó por comprender que estaban en lo cierto. Debía seguir su camino y ser feliz en la medida que pudiera.

Un año después de su llegada, Natalia parecía un pez en el agua en casa de Andrés. Continuaba con absoluta serenidad sus estudios de Ingeniería Agrónoma y trabajaba a tiempo parcial en un supermercado reponiendo estanterías y colocando precios. Su vida había alcanzado lo que tanto anhelaba doce meses atrás; ataraxia, estabilidad, reserva, estoicismo y armonía. Sus compañeros de clase acabaron por acostumbrarse a ella y ya no hacían caso a los chismes injuriosos que lanzaba el ex novio de Natalia, quien seguía estupefacta por la tirria que le demostraba, tal vez porque el muy donjuán no terminaba de asimilar que una tía se le hubiese resistido.
-No le hagas caso, Natalia-le dijo su amiga Silvia, compañera del super-ése está despotricando porque es así de fresco.
-Ya.
-A ese capullo le va a pasar como al rey de las cuatro esposas...
-¿El rey de las cuatro esposas?
-Sí, es una historia de ésas que te mandan todos los días por el correo electrónico... No sé quien la escribió, ni quien la copió, pero es muy bonita... Resulta que era un rey que tenía cuatro mujeres, y quería a las tres últimas, guapas y hermosas, mientras que la primera, canija y fea, más bien le repelía. Un día descubre el soberano que la va a palmar, y pregunta a sus tres amadas si alguna de ellas quiere acompañarlo, quedándose más helado que un cubito cuando todas se niegan, aduciendo más o menos lo de el muerto al hoyo y el vivo al bollo... Y al final comprende conmovido que la única que de verdad lo ama es su primera mujer... Lo que viene a decir el dichoso e-mail es que todos tenemos cuatro esposas: Tiempo, posesiones, familia y amigos y alma, que a las tres primeras las perdemos en el momento de diñarla y que sólo la primera nos va a acompañar vayamos donde vayamos por toda la eternidad, que hay que cuidarla y fortalecerla para que brille, porque es el mejor regalo que podemos hacerle al mundo.
-No sé quién habrá escrito eso, pero es una historia preciosa-Natalia sorbió un trago de la copa que le puso Silvia, y agregó:-Me gustaría creer de verdad que el contenido de ciertos correos ablanda a la peña, pero de sobras sabemos que ya nada nos conmueve, parece que estemos inmunizados contra el dolor y hasta contra la satisfacción. Parece que solo nos importe la vida de los demás, el morbo, el cotilleo, el dinero, el poder, el sexo...
-Natalia, la gente hurga en la mierda ajena por no hacerlo en la propia, que huele más y está más blanda...
-Es cierto,-asintió ella-pero tampoco podemos generalizar. Hay millones de personas con unos principios y valores muy sólidos; y así lo demuestran las estadísticas de voluntariado, misiones, solidaridad en las grandes catástrofes... Es que no sé por qué tiene que sonar más lo malo que lo bueno, más el odio que el amor, más el morbo que la protección a los más necesitados...

Estaban en casa de Silvia, envueltas en la calidez hogareña que impregnaba la calefacción al espacio de la vivienda. Sentadas frente a frente en cada uno de los sofás de la sala de estar, con las piernas enrolladas a imagen y semejanza de los que practican meditación, disfrutaban de una velada tranquila con una conversación amena y el mutuo placer de su compañía. Se habían conocido un año antes, cuando Natalia empezó a trabajar en el supermercado donde Silvia era cajera. Inmediatamente congeniaron y nació la amistad, empezando así un vínculo de camaradería, complicidad y confianza que a ambas les aportó mucho. A Natalia, seguridad y dicha, porque perdió el miedo a dirigir la palabra a una chica en público sin pensar en los murmullos de las comadrejas (como decía Andrés). Y a Silvia, consuelo y alegría tras la muerte de su novia en accidente de tráfico dos años y medio atrás. Las dos jóvenes encontraron en la otra un rayo de luz después de tantos nubarrones y tanta desolación, y su amistad se consolidó con el devenir de los meses, no asombrándose nada cuando descubrieron por los chismes de la gente que ambas eran lesbianas; eran como eran y punto. No tenían porqué esconderse, puesto que no hacían nada malo; disfrutaban de sus mutuas aficiones y del tiempo que pasaban juntas cenando y charlando horas y horas cuando sus ocupaciones se lo permitían... Además, qué diablo, aunque algún día follaran, ¿a quién debían explicaciones? A nadie, que ellas supiesen.

Lo que Natalia sabía sobradamente, y le daba pavor admitirlo, era que estaba empezando a experimentar por Silvia un sentimiento que iba más allá de la amistad. Su dulzura, su sencillez y su inteligencia habíanla conquistado, pero el miedo la empujaba a no expresar abiertamente el amor que la cajera le inspiraba. Sí, estaba claro que habían congeniado, pero ¿y si sus pasiones iban por un lado y las de Silvia por otro? Silvia era su arco iris después de tanta tormenta; la quería, era locura lo que experimentaba estando cerca de ella, era su luz después de las sombras, era la mayor alegría que la vida le regalaba en sus veintitantos años de existencia, era un poderoso imán que la atraía irremediablemente hacia sí. Quería decírselo, quería que lo supiera, quería gozar cada milímetro de su cuerpo, que juntas alcanzasen el climax del éxtasis, que compartiesen todos y cada uno de los minutos del día hasta el instante de su partida al otro mundo, ser la mujer de la otra sin tapujos, sin cortapisas, sin esconder la cabeza bajo tierra como hacen los avestruces. Quería dejarla sin resuello, sin aliento, sin respiración, comiéndose sus labios, su lengua, su campanilla, toda ella entera, con su boca... Y hacerla feliz. Porque ella no entendía el amor como un sentimiento egoísta. Porque ella entendía el amor como el sentimiento más hermoso y dotado de generosidad que existe. Porque ella había aprendido a amar a esa mujer, y quería vivir tanto lo bueno como lo malo de la selva de la supervivencia a su lado. Silvia era el amor que sostenía toda su vida. Silvia...

No pudo seguir el hilo de sus pensamientos. No supo dónde se encontraba, si en el cielo o en la más distante, remota, apartada galaxia del universo. Sintió una oleada de calor intenso, caliginoso, tórrido, hirviente, exaltado, fogoso, saliendo de su estómago y extendiéndose por todo su cuerpo. Perdió la noción del tiempo y del espacio y sólo supo abrazar a Silvia y corresponder a sus abrasadores y apremiantes besos cuando ésta se acercó a ella y la envolvió en el terremoto de sus anhelos y de sus sensaciones. Y lo terminó de perder por completo cuando hicieron el amor en la alfombra, en el sofá y en cuantas partes de la casa se les antojó. Silvia fue suya. Ella fue de Silvia. Dos cuerpos y un solo amor. Dos corazones y un solo sentimiento.

A partir de ese día, la vida fue un regalo para ambas. Su relación se consolidó con el paso de los meses, hasta rozar casi la perfección; se adaptaron la una a la otra y su mutuo amor fue in crescendo, con las típicas discusiones de pareja y los típicos celos que suelen surgir inevitablemente entre dos personas cuando hay un sentimiento común y compartido. Juntas disfrutaron de cosas tan sencillas y tan hermosas como contemplar una puesta de sol en una playa, ver crecer al cachorro de perro que se encontraron moribundo y hambriento en el portal de su casa una gélida mañana otoñal o preparar una paella de marisco mientras saboreaban un buen vino. Momentos, instantes, gestos, que no son valorados en toda su dimensión y que se pierden en la niebla de la vida mientras intentamos adelantar el mañana y recuperar el ayer, sin querer comprender que ni el futuro se puede avanzar ni el pasado recobrar; la vida es un camino salpicado de recovecos, de obstáculos. La vida es una ruleta, y no sabemos nunca lo que nos va a tocar en suerte dentro de una milésima de segundo. Las circunstancias de nuestra existencia pueden variar en un plis plas sin que podamos cambiarlo ni predecirlo, y hay que vivir al minuto y disfrutar de lo que nos haga felices y nos guste sin herir a nadie. Carpe diem, reza la máxima renacentista. Aprovecha el instante. Y recuérdalo siempre en los días de cielo azul y en las noches de rayos y truenos, porque, por desgracia, no todos los ciclos están teñidos de color rosa. Hay épocas que se visten de un bruno terrorífico, atroz, espeluznante, y se instalan en nuestro destino por tiempo indefinido. Hay que gozar de la tonalidad rosa en nuestro camino de la existencia mientras dure, porque de la fuliginosa no nos libramos nadie.

Natalia sintió que todo su mundo se venía abajo, se destruía en mil fragmentos de dolor, de impotencia y de desesperación cuando le comunicaron la muerte de su amada en el transcurso del brutal atraco que sufrió la entidad de crédito en la que se encontraba gestionando un préstamo para adquirir un coche. Recibió un disparo a bocajarro en el pecho que fue mortal de necesidad cuando intentó socorrer a una anciana que cayó al suelo invadida por el terror al percatarse de lo que estaba sucediendo. Fue víctima de la degenerada locura de unos delincuentes sin escrúpulos y más desesperados que tres leones tras la verja de un matadero. Fue víctima del más arbitrario cataclismo y de la más desafortunada jugarreta de la vida. Tuvo el final violento y ensangrentado que no merecía para nada. Silvia murió en lo mejor de su vida, y murió llevándose consigo los mejores momentos de la existencia de Natalia; instantes que no olvidaría jamás. Instantes que por siempre llevaría en su corazón y en su memoria. Instantes breves pero intensos, miradas, gestos, sonrisas, palabras, que habían constituido la común película de su existencia y que nunca nada ni nadie borraría de su cinematógrafo y que la acompañarían perennemente.

Con Silvia vivió una pasión de mujer a mujer de la que se sentía orgullosa y de la que aprendió que todo Ser Humano tiene derecho a ser feliz siendo diferente de lo que él mismo marca como común y normal. Se sentía orgullosa de lo que vivió con Silvia. Y se sentía orgullosa, en medio de su aflicción, de que la familia de su compañera la considerase su viuda. Con ellos se sintió arropada y consolada. Aunque su dolor no tenía consuelo.

Había perdido lo que más amaba en el mundo.

Y la amaría hasta el final de sus días, se dijo mirando a su amada a través del cristal de la sala del tanatorio, mientras le prometía cuidar de Willy, el perrillo que era para ambas algo así como el hijo que no pudieron tener.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Hola Puri,

Es bonito ver cómo Natalia encuentra la felicidad después de recorrer un camino difícil y es emocionante leer tu descripción de aquel primer encuentro íntimo entre ellas.

El párrafo siguiente en el que invitas a disfrutar del momento tiene trozos preciosos.

Pero luego llega como un rayo el brutal desenlace final. Vuelve a quedarse sola. Quizá gracias a Silvia será capaz de volver a ser feliz, pero... ¡Qué asco de final! (tú ya me entiendes. :) )

Un beso!!!

PD. Mi novio supongo que me regañó por ser una impaciente. No me acuerdo!! :)
Francis Nicolás ha dicho que…
Me preocupa que cada vez escribas mejor sin que seas mi alumna... simple cuestión de orgullo (jeje)

El tema "lesbiano" también lo dominas. La verdad es que cuando el amor trasciende los pliegues de la piel, se deja escribir solo con resultado smuy tiernos...
Te advierto... (provocadora nata) espera a que Dicybug lea y encuentre - si internet le da para eso - las expresiones "aliñosa alifara" y "fuliginosa"... ¡manda "ovarios"!

Un beso "aliñoso-fuliginoso".

(Tus dedos... no acierto a saber cuántos dedos tienes en la cabeza... posiblmente más de cuarenta...)

:)
Anónimo ha dicho que…
Mi resumen:

"Afortunadamente esto es un cuento, pero nos puede pasar a nosotros, así que: DISFRUTEMOS DE CADA MOMENTO!!"

:)

Un besazo!!
Puri ha dicho que…
¡¡¡GRACIAS Saporima por tus cariñosas palabras!!!!

Escribir ese relato fue un reto para mí, por no compartir la tendencia sexual ni los sentimientos de las dos protagonistas, pero me encantó meterme tanto en la trama y dar vida a dos chicas apasionadas que sólo quieren vivir su vida libremente. Fue un reto como escritora.

MIL BESOSSSSSSSSSSS.
Puri ha dicho que…
Proooooooooooofeeeeeee, ea, ¡¡pues para mí es un orgullo pensar en tus lecciones y consejos cada vez que voy a empezar un texto, recordar tus correcciones y tratar de hacerlo cada día mejor sin ir a clase a diario!! Jejejejejeje.

¡Estoy deseando ver la crítica de Dicybug al texto y al vocabulario, jejeje! Me va a poner firme...

¡Ufffffffffffff, mis dedos mentales son innumerables, jajajajjjjjjjjjjjjjjjjjjj!

Luego te mando e-mail, profe. Hay una cosa que quiero proponerte...

MIL BESAZOS, MY DEAR PROFE.
buggy ha dicho que…
"habíalo intentado"
"habíanla conquistado"

¿Quién habla así?

Ejercicio 1: poner tres palabras que empiecen por "ach" en la misma frase.

"desterrar de sí los achares, no achicopalarse más y no achucharrarse"

¡Superada!

Ejercicio 2: incluir dos palabras que empiecen por go y dos que empiecen por ali:

aliñosa alifara

gomarras y gorrones

¡Superada!

Ejercicio 3: meter cuatro latinajos en el texto.

ad rem

rara avis in terris

in crescendo

carpediem

¡También superada!

Ejercicio 4: incluir un par de palabrejas raras sueltas

prosapia
fuliginosa

¡Perfecto!

En un relato tan corto tanta palabreja rara solo puede responder a una acción consciente, con la intención que sea, pero que hace que la atención del lector se aleje del texto. Me he tragado los libros del señor de los anillos y no recuerdo haber leído tantas palabras raras.

Y sigue sorprendiéndome el lenguaje de tus personajes, quizá porque no conozco gente así. En cualquier caso la misma persona que dice "la primera vez que él quiere follarme", luego usa la palabra "chacuaquero". O se es de los barrios bajos y soeces, o se domina el vocabulario, pero todo junto...

Del mismo modo la misma persona que dice "no sabes nunca en que situaciones vamos a encontrarnos en nuestro tránsito por el itinerario de la supervivencia", luego suelta un "que te cagas". De Nietsche a esnifador de pegamento en dos líneas.

Por otro lado, me mareo contando: "Tenemos cuatro esposas: Tiempo, posesiones, familia y amigos y alma"
Y me pierdo la moraleja: ¿solo la primera, el tiempo, nos quiere? No parece muy profundo.

Definitivamente tienes tu propio género literario: la morenomoralina, narraciones en tercera persona dopadas con moralina condensada. Yo creo que el que quiera algo así no lee un relato, sino que va a misa. Lo importante del relato no puede ser tan evidente, tan descarado, tan agresivo. Un relato así no engancha a los lectores. En mi opinión la moralina tiene que estar velada, y el relato debe ser interesante en sí mismo, cosa que éste no llega a ser. Las novelas de Stieg Larsson, por ejemplo, generan rechazo por lo descarada que es su intención política, pero al menos hay intriga.

Dic y bug, afamados críticos literarios
Puri ha dicho que…
Dicy, esperaba tu crítica con ansiosa expectación... ¡¡Y no me has defraudado!!

¡¡Menudo rapapolvo me has echado, ozú!! Me encantan tus críticas. Lo sabes. Y estoy aprendiendo de ellas, aunque a veces no te lo parezca...

Un abrazo,
buggy ha dicho que…
Hola Puri,
yo no tengo ni idea de literatura (ni siquiera llego a escritor frustrado)

Harás mal haciéndome caso en algo.
Además piensa que los buenos escritores odian a los críticos literarios... (y se hinchan a ganar dinero).

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