Edgar Allan Poe y los lectores jóvenes.

Esta semana se cumplen 200 años del nacimiento de Edgar Allan Poe, el gran escritor y maestro del misterio, que cuenta con una biografía tan prolífica y oscura como su propia obra, ésta tan desconcertante y prodigiosa y tan desconocida para los jóvenes lectores de hoy.
De padres separados y muertos simultáneamente, Edgar Allan Poe fue recogido por un riquísimo comerciante de tabaco, que cedió al escritor su primer apellido (aunque nunca lo reconoció a efectos legales) y vio destrozado cómo en la universidad Edgar amaba el alcohol y el juego más que los libros, lo que lo llevó a romper su relación con su hijo adoptivo; asimismo, estas sonadas debilidades fueron las causantes de la ruptura de su compromiso con Sarah, su primera prometida. Tras estos reveses, el autor de relatos tan sublimemente escalofriantes como El pozo y el péndulo o Manuscrito hallado en una botella (incluidos en sus Narraciones extraordinarias) se enroló en el ejército, de donde lo expulsaron por su reiterada indisciplina y por negarse a asistir a clase y a misa. Este hecho truncó su breve reconciliación con su padre adoptivo, que, harto de sus calaveradas, lo excluyó de su jugoso testamento. No fue éste el último tumulto biográfico de Poe, que desató el escándalo de la época al casarse con su prima carnal cuando ella tenía 13 años y él 27; este matrimonio no serenó a Edgar, que perdió su trabajo de editor y acrecentó su leyenda de escritor atormentado, brillante con la pluma pero un caótico desastre en su vida privada… Caos y aureola trágica que se acrecentaron con la muerte de su mujer, enferma de tuberculosis y destrozada por los rumores de infidelidad de Poe con una sensual escritora, y que lo sumieron en una espiral autodestructiva en la que la penosa proporción de alcohol y brillantez literaria pareció evidente hasta su fallecimiento el 7 de octubre de 1.849… Un óbito que, tal vez empeñado en no desentonar con la misteriosa leyenda de Poe, también aparece envuelto en el misterio: A día de hoy aún no se sabe a ciencia cierta si murió por el alcohol, por un ataque cardíaco, por la rabia, por la sífilis o por la acción de unos matones en un hipotético ajuste de cuentas. Y la tumba del afamado autor es en sí misma un auténtico misterio: Cada 19 de enero, desde hace poco más de 50 años, amanece con media botella de coñac vacía y un mensaje manuscrito, el que brinda por Poe… ¿Qué diría el escritor si levantara la cabeza…? Probablemente, brindaría con él y le agradecería su contribución al engrandecimiento de su leyenda… Aparte de escribir otro de sus oscuros pero luminosos relatos, claro. No está mal que fenómenos como Harry Potter o Crepúsculo hagan asomarse a jóvenes poco dados a leer a las páginas de un libro, algo es algo, y de tontos sería negarlo, pero estas historias juveniles no contienen ni la mitad de la fuerza narrativa, la escala de valores y los sentimientos de los grandes clásicos del género. Autores como Poe, Dumas, Verne, Conrad o Stevenson tendrían que contar con más presencia en las escuelas e institutos, y ser mucho más conocidos y leídos por unos jóvenes poco dados a pensar y poco obligados a ello por un sistema educativo pragmático y cientifista que da muy poca (y ello es muy preocupante) importancia al Arte, humanidades y valores sociales y humanos. Este modelo de enseñanza, que infravalora las matemáticas, la literatura o la filosofía por decir que para qué sirven, debería evolucionar a favor de una educación que aporte a los alumnos unos valores y unas pautas de comportamiento esenciales para que su desarrollo psíquico y social sea el adecuado y tengan un pilar básico sobre el que sustentar su paso por la Vida, y también, asimismo, para que no se sigan produciendo unos casos de acoso y violencia escolar que ponen los pelos de punta y hacen tener miedo del cariz que están tomando las cosas en la Sociedad en la que vivimos… Una Sociedad que, sin duda, inspiraría a Poe cientos de relatos si levantara la cabeza; ¿o se sentiría tan avergonzado que giraría ésta hacia otro lado?