VOLVER A VERTE.

El título de este libro de Betty Schimmel y Joyce Gabriel puede inducir a los lectores a creer que se trata de una novela rosa, de un pastelazo o de un serial de esos en los que los personajes protagonistas se enamoran por sus aptitudes en materia sexual, pero Volver a verte es un libro precioso, una impresionante autobiografía de una superviviente del Holocausto en Hungría y el relato de un amor apasionado que supera al tiempo y a la distancia.
De familias judías adineradas y respetables, Betty y Richie se conocieron en Budapest en 1939, y se enamoraron en medio de la tragedia y el caos de la Segunda Guerra Mundial. Creyeron que su amor superaría todos los obstáculos habidos y por haber, pero no fue así: Confinados por separado en sendos guetos y enviados posteriormente a sendos campos de exterminio, se perdieron la pista durante más de 40 años. En 1945, tras ser liberado el campo de Mauthausen donde estuvo confinada junto a su madre y hermanos, Betty localizó el nombre de Richie en una de las listas de fallecidos que publicó la Cruz Roja internacional y sufrió tal shock nervioso que acabó contrayendo matrimonio con Otto Schimmel, superviviente de Auswitz que le prometió una nueva vida en Estados Unidos, un chico vivaz y decidido, adorado por su familia y enamorado de ella hasta la extenuación, un chico a quien arrancó la promesa de divorciarse si resultaba que la persona identificada como fallecida en la lista de la Cruz Roja no era Richie: En el fondo de su corazón, lo amaba y lo amaría siempre, y si estaba vivo no dudaría en dejarlo todo e irse con el gran amor de su vida.
Lo que es el destino y lo que es la grandeza y la injusticia de la vida. Betty vivió 30 años de tormentoso matrimonio, martirizada por el recuerdo de su gran amor por Richie, despreciando a Otto cuanto más la quería, mimaba y respetaba, sintiéndose vacía e incapaz de ser feliz aún teniendo un marido guapísimo que se desvivía por ella y tres hijos preciosos, siempre buscando motivos para discutir con Otto y siempre teniendo a Richie en el corazón y en el pensamiento… Hasta que en 1975 se decide a volver a Budapest para rememorar y superar el escalofriante pasado que tanto daño le hizo a millones de personas, a su familia y a ella ¡y se reencuentra con Richie, reputado profesor universitario y conferenciante, que está cenando en el mismo hotel que ella!
Tras el impacto emocional y emocionante que sufren al verse de nuevo casi 40 años después, la pasión renace. Está a punto de estallar con la virulencia y el anhelo que ambos llevan en su interior intactos pese al tiempo transcurrido. Pero Betty se niega a liarse con el gran amor de su vida sin antes haber meditado bien si merece la pena destrozar dos familias y dos personas, su marido y la mujer de Richie… Y Betty monta en cólera cuando se entera de que Richie la encontró en 1950 en Nueva York, pero Otto lo echó a la calle diciéndole que estaba confundido y que allí no vivía ninguna Betty, ante el pánico a perderla a ella.
No cuento el desenlace de la historia porque sino no leéis el libro, y un libro hay que leerlo, disfrutarlo y sacar nuestras propias conclusiones de él, pero sí que me gustaría haceros ahora una reflexión en forma de preguntas: Teniendo en cuenta que estaban en medio de un desastre humano y mundial de proporciones descomunales, y teniendo muy presente que las personas no reaccionamos de la misma forma ante las mismas circunstancias y las mismas encrucijadas y que mientras no se haga daño a nadie la decisión que tome una persona consciente de sus actos es intransferible y digna de todos los respetos, ¿entendéis la postura de Betty de casarse con un hombre a quien no amaba y a quien despreciaba cuanto mejor la trataba? ¿Haríais como Otto, primero casarse con ella a sabiendas de que no lo quería, y después mentirle y dejar que creyera que Richie estaba muerto? ¿Es el amor egoísmo o generosidad? ¿En el amor vale todo?