REMEMBRANZA DE UN AMOR OLVIDADO.

[Proooooooooooooooooooofeeeeeeeeeeee, ¿te suena?]



Fue una mañana clarita y triste,
una mañana del gélido invierno,
donde el fuego, la llama, no existe.
Gozaba el pino de un sueño tierno.

Suenan en mí los ecos del pasado.
Nunca podido apartarlos he de mí.
Los ecos de un amor apasionado
que, siendo una niña, sentí, viví.

Caminando por el bosque vacío
hallo un pino bello y sombrío,
a él un imán del cielo guióme.
Era cálido, aún sin uniforme.

Susurraba el pino una canción:
¿Recuerdas aquellos lejanos días?
Todo en ti era gran equivocación.
Yo le respondí al lindísimo árbol...
No quiero recordar más, buen amigo,
evocar sueños rotos es amargo.

Fue esta misma mañana clarita,
la brisa soplaba fresca, fresquita.
¿Recuerdas, amiga? La pasión
te turbó el alocado corazón,
vuestros cálidos labios se rozaron,
se fue; las lágrimas por ti rodaron.
Ayer como hoy, ¿Recuerdas, hermana?
El adiós se te clavó en el alma.

No sé yo por qué el destino
es así, hermanito mío el pino.

Yo sé que tus jerseys verdes, verdosos
sirven de refugio a los pajaritos,
yo sé que mis recuerdos son lejanos,
que han pasado en mí como minutos.

Yo sé que tus lindos focos cantores
vieron antiguas historias de amores;
pero cuéntame, pinito encantado,
cuéntame mi antiguo amor olvidado.

Yo no sé nada de viejos amores,
sino de hermosos amaneceres.

Fue una mañana clarita y triste,
sobre mi verde alfombra te sentaste,
las palabras de tus labios emanaban,
mis oídos abiertos escuchaban.

Hasta siempre, lindísimo pino
del bosque dormido, como mi sino.
Hasta siempre, bosque en evolución,
no como mi apenado corazón.

Suenan en mí los ecos del pasado.
Nunca podido apartarlos he de mí.
Los ecos de un amor apasionado
que, siendo una niña, sentí, viví.



26 de diciembre de 1.996.